8. La guerra popular (人民戰爭)
Capítulo 8. Las masas chinas son la mejor arma posible para combatir el imperialismo japonés y los reaccionarios internos. También se destacan los puntos estratégicos fundamentales para la guerra contra el Kuomintang.
La guerra popular (人民戰爭)
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VIII. LA GUERRA POPULAR
La guerra revolucionaria es la guerra de las masas, y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en ellas.
Preocupémonos par el bienestar de las masas, prestemos atención a nuestros métodos de trabajo (27 de enero de 1934), Obras Escogidas, t. I.
¿Cuál es la verdadera muralla de hierro? Son las masas, los millones y millones de hombres que apoyan con toda sinceridad la revolución. Esta es la verdadera muralla de hierro, que ninguna fuerza podrá romper, podrá en absoluto romper. La contrarrevolución no logrará destruirnos; por el contrario, nosotros la destruiremos a ella. Uniendo a los millones y millones de hombres del pueblo en torno al gobierno revolucionario y desarrollando nuestra guerra revolucionaria, podremos aniquilar toda contrarrevolución y tomar el Poder en toda China.
Ibíd.
El más rico manantial de fuerza para librar la guerra está en las masas populares. El Japón se atreve a atropellarnos principalmente porque las masas populares de China no están organizadas. Cuando este defecto sea superado, el agresor japonés se verá rodeado por los centenares de millones de hombres de nuestro pueblo en pie, y, como un búfalo salvaje que irrumpe en un cerco de fuego, se estremecerá de pavor a nuestras solas voces y morirá abrasado en las llamas.
Sobre la guerra prolongada (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.
Como los imperialistas cometen tantos atropellos contra nosotros, tenemos que tratarlos con toda seriedad. No solamente debemos poseer un poderoso ejército regular, sino también organizar contingentes de milicia popular en todas partes, de modo que los imperialistas, en caso de agredirnos, difícilmente puedan moverse un solo palmo en nuestro país.
Entrevista con un corresponsal de la Agencia de Noticias Sinjua (29 de septiembre de 1958).
Desde el punto de vista de la guerra revolucionaria en su conjunto, la guerra de guerrillas populares y las operaciones del Ejército Rojo, que es la fuerza principal, se complementan como las dos manos del hombre. Contar sólo con la fuerza principal, o sea, el Ejército Rojo, sin desarrollar la guerra popular de guerrillas, significaría luchar con una solo mano. En términos concretas, y especialmente desde el punto de vista de las operaciones militares, cuando hablamos de la población de la base de apoyo como un factor, queremos decir que contamos con un pueblo armada. Esta es la razón fundamental por la cual el enemigo considera peligroso aproximarse a nuestra base de apoyo.
Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China (diciembre de 1936), Obras Escogidas, t. I.
No cabe duda que el desenlace de una guerra está determinado principalmente por las condiciones militares, políticos, económicas y naturales en que se encuentra cada una de las dos partes beligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinado también por la capacidad subjetiva de las partes beligerantes para dirigir la guerra. Un jefe militar no puede pretender ganar la guerra traspasando los limites impuestos por las condiciones materiales, pero si puede y debe esforzarse par vencer dentro de tales límites. El escenario de acción para un jefe militar está construido sobre las condiciones materiales objetivas, pero en este escenario puede dirigir magnificas acciones de épica grandiosidad.
Ibíd.
El objetivo de la guerra no es otro que conservar las fuerzas propias y destruir las enemigas (destruir las fuerzas enemigas significa desarmarlas o privarlas de su capacidad para resistir, y no significa aniquilarlas todas físicamente). En las guerras antiguas, se usaban la lanza y el escudo: la lanza para atacar y destruir las fuerzas enemigas, y el escudo para defenderse y conservarse a si mismo. Hasta hoy, las armas no son más que una extensión de la lanza y el escudo. El bombardero, la ametralladora, el cañón de largo alcance y los gases tóxicos son desarrollos de la lanza, en tanto que el refugio antiaéreo, el casco de acero, las defensas de hormigón y la careta antigás, lo son del escudo. El tanque es una nueva arma que combina las funciones de la lanza y el escudo. El ataque es el medio principal para destruir las fuerzas enemigas, pero no se puede prescindir de la defensa. El ataque se realiza con el objetivo inmediato de aniquilar las fuerzas del enemigo, pero al mismo tiempo para conservar las fuerzas propias, porque si no aniquilas al enemigo, serás aniquilado. La defensa tiene como objetivo inmediato conservar las fuerzas propias, pero al mismo tiempo es un media de complementar el ataque o prepararse para pasar al ataque. La retirada pertenece a la categoría de la defensa y es una continuación de ésta, en tanto que la persecución es una continuación del ataque. Hay que señalar que la destrucción de las fuerzas enemigas es el objetivo primario de la guerra y la conservación de las fuerzas propias, el secundario, porque sólo se puede conservar eficazmente las fuerzas propias destruyendo las enemigas en gran número. Por lo tanto, el ataque, como media principal para destruir las fuerzas del enemigo, es lo primario, en tanto que la defensa, como media auxiliar para destruir las fuerzas enemigas y como uno de los medios para conservar las fuerzas propias, es lo secundario. Es cierto que en la práctica de la guerra, la defensa desempeña el papel principal en muchas ocasiones, mientras que en las demás lo desempeña el ataque, pero si la guerra se considera en su conjunto, el ataque sigue siendo lo primario.
Sobre la guerra prolongada (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.
Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen de un solo principio básico: esforzarse al máximo par conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo. (...) ¿Cómo explicar entonces la promoción del espíritu heroico de autosacrificio en la guerra? Toda guerra impone un precio, a veces sumamente elevado. No se contradice esto con el principio de conservar las fuerzas propias? En rigor no hay contradicción alguna; para decirlo con mayor exactitud, los dos aspectos son contrarios que se complementan. Porque el sacrificio es necesario no sólo para aniquilar las fuerzas del enemigo, sino también para conservar las propias; la no conservación (sacrificio o pago del precio) parcial y temporal es indispensable para la conservación permanente de las fuerzas propias en su conjunto. De este principio básico se desprende la serie de principios que guían todas las operaciones militares, desde los principios de tiro (ponerse a cubierto para conservarse y emplear al máximo la potencia de fuego para aniquilar al enemigo) hasta los principios estratégicos: todos ellos están impregnados del espíritu de ese principio fundamental. Todos los principios relativos a la técnica militar, a la táctica, a las campañas y a la estrategia, están orientados a asegurar la realización de este principio básico. El principio de conservar las propias fuerzas y destruir las del enemigo es la base de todos los principios militares.
Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas contra el Japón (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.
He aquí nuestros principios militares:
1. Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas, y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas.
2. Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales, y luego las grandes ciudades.
3. Tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios. El mantenimiento o conquista de una ciudad o un territorio es el resultado del aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo, y, a menudo, una ciudad o territorio puede ser mantenido o conquistado en definitiva sólo después de cambiar de manos repetidas veces.
4. En cada batalla, concentrar fuerzas absolutamente superiores (dos, tres, cuatro y en ocasiones hasta cinco o seis veces las fuerzas del enemigo), cercar totalmente las fuerzas enemigas y procurar aniquilarlas por completo, sin dejar que nadie se escape de la red. En circunstancias especiales, usar el método de asestar golpes demoledores al enemigo, esto es, concentrar todas nuestras fuerzas para hacer un ataque frontal y un ataque sobre uno o ambos flancos del enemigo, con el propósito de aniquilar una parte de sus tropas y desbaratar la otra, de modo que nuestro ejército pueda trasladar rápidamente sus fuerzas para aplastar otras tropas enemigas. Hacer lo posible par evitar las batallas de desgaste, en las que lo ganado no compensa lo perdido o sólo resulta equivalente. De este modo, aunque somos inferiores en el conjunto (hablando en términos numéricos), somos absolutamente superiores en cada caso y en cada batalla concreta, y esto nos asegura la victoria en las batallas. Con el tiempo, llegaremos a ser su- periores en el conjunto y finalmente liquidaremos a todas las fuerzas enemigas.
5. No dar ninguna batalla sin preparación, ni dar ninguna batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos para estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible para que la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria.
6. Poner en pleno juego nuestro estilo de lucha: valentía en el combate, espíritu de sacrificio, desprecio a la fatiga y tenacidad en los combates continuos (es decir, entablar combates sucesivos en un corto lapso y sin tomar repose).
7. Esforzarse por aniquilar al enemigo en la guerra de maniobras. Al mismo tiempo, dar importancia a la táctica de ataque a posiciones con el propósito de apoderarse de los puntos fortificados y ciudades en manos del enemigo.
8. Con respecto a la toma de las ciudades, apoderarse resueltamente de todos los puntos fortificados y ciudades débilmente defendidas por el enemigo. Apoderarse, en el momento conveniente y si las circunstancias lo permiten, de todos los puntos fortificados y ciudades que el enemigo defienda con medianas fuerzas. En cuanto a los puntos fortificados y ciudades poderosamente defendidos por el enemigo, tomarlos cuando las condiciones para ello hayan madurado.
9. Reforzar nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo. La fuente principal de los recursos humanos y materiales para nuestro ejército está en el frente.
10. Aprovechar bien el intervalo entre dos campañas para que nuestras tropas descansen, se adiestren y consoliden. Los períodos de descanso, adiestramiento y consolidación no deben, en general, ser muy prolongados para no dar, hasta donde sea posible, ningún respiro al enemigo. Estos son los principales métodos que emplea el Ejército Popular de Liberación para derrotar a Chiang Kai-shek. Han sido forjados por el Ejército Popular de Liberación en largos años de lucha contra los enemigos nacionales y extranjeros, y corresponden completamente a nuestra situación actual. (...) Nuestra estrategia y táctica se basan en la guerra popular y ningún ejército antipopular puede utilizarlas.
La situación actual y nuestras tareas (25 de diciembre de 1947), Obras Escogidas, t. IV.
Sin preparación, la superioridad de fuerzas no es superioridad real ni puede haber tampoco iniciativa. Sabiendo esta verdad, una fuerza inferior pero bien preparada, a menudo puede derrotar a una fuerza enemiga superior mediante ataques por sorpresa.
Sobre la guerra prolongada (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.
VIII. PEOPLE'S WAR
The revolutionary war is a war of the masses; it can be waged only by mobilizing the masses and relying on them.
"Be Concerned with the Well-Being of the Masses, Pay Attention to Methods of Work" (January 27, 1934), Selected Works, Vol. I. p. 147.*
What is a true bastion of iron? It is the masses, the millions upon millions of people who genuinely and sincerely support the revolution. That is the real iron bastion which it is impossible, and absolutely impossible, for any force on earth to smash. The counter-revolution cannot smash us; on the contrary, we shall smash it. Rallying millions upon millions of people round the revolutionary government and expanding our revolutionary war, we shall wipe out all counter-revolution and take over the whole of China.
Ibid., p. 150.*
The richest source of power to wage war lies in the masses of the people. It is mainly because of the unorganized state of the Chinese masses that Japan dares to bully us. When this defect is remedied, then the Japanese aggressor, like a mad bull crashing into a ring of flames, will be surrounded by hundreds of millions of our people standing upright, the mere sound of their voices will strike terror into him, and he will be burned to death.
"On Protracted War" (May Selected Works, Vol. II, p. 186. 1938),
The imperialists are bullying us in such a way that we will have to deal with them seriously. Not only must we have a powerful regular army, we must also organize contingents of the people's militia on a big scale. This will make it difficult for the imperialists to move a single inch in our country in the event of invasion.
"Interview with a Hsinhua News Agency Correspondent" (September 29, 1958).
Considering the revolutionary war as a whole, the operations of the people's guerrillas and those of the main forces of the Red Army complement each other like a man's right arm and left arm, and if we had only the main forces of the Red Army without the people's guerrillas, we would be like a warrior with only one arm. In concrete terms, and especially with regard to military operations, when we talk of the people in the base area as a factor, we mean that we have an armed people. That is the main reason why the enemy is afraid to approach our base area.
"Problems of Strategy in China's Revolutionary War" (December 1936), Selected Works, Vol. I, p. 238.
Unquestionably, victory or defeat in war is determined mainly by the military, political, economic and natural conditions on both sides. But not by these alone. It is also determined by each side's subjective ability in directing the war. In his endeavour to win a war, a military strategist cannot overstep the limitations imposed by the material conditions; within these limitations, however, he can and must strive for victory. The stage of action for a military strategist is built upon objective material conditions, but on that stage he can direct the performance of many a drama, full of sound and colour, power and grandeur.
Ibid., pp. 190-91.*
The object of war is specifically "to preserve oneself and destroy the enemy" (to destroy the enemy means to disarm him or "deprive him of the power to resist", and does not mean to destroy every member of his forces physically). In ancient warfare, the spear and the shield were used, the spear to attack and destroy the enemy, and the shield to defend and preserve oneself. To the present day, all weapons are still an extension of the spear and the shield. The bomber, the machine-gun, the longrange gun and poison gas are developments of the helmet, the concrete fortification and the gas spear, while the air-raid shelter, the steel mask are developrnents of the shield. The tank is a new weapon combining the functions of both spear and shield. Attack is the chief means of destroying the enemy, but defence cannot be dispensed with. In attack the immediate object is to destroy the enemy, but at the same time it is self-preservation, because if the enemy is not destroyed, you will be destroyed. In defence the immediate object is to preserve yourself, but at the same time defence is a means of supplementing attack or preparing to go over to the attack. Retreat is in the category of defence and is a continuation of defence, while pursuit is a continuation of attack. It should be pointed out that destruction of the enemy is the primary object of war and self-preservation the secondary, because only by destroying the enemy in large numbers can one effectively preserve oneself. Therefore attack, the chief means of destroying the enemy, is primary, while defence, a supplementary means of destroying the enemy and a means of self-preservation, is secondary. In actual warfare the chief role is played by defence much of the time and by attack for the rest of the time, but if war is taken as a whole, attack remains primary.
"On Protracted War" (May Selected Works, Vol. II, p. 156. 1938).
All the guiding principles of military operations grow out of the one basic principle: to strive to the utmost to preserve one's own strength and destroy that of the enemy. … How then do we justify the encouragement of heroic sacrifice in war? Every war exacts a price, sometimes an extremely high one. Is this not in contradiction with "preserving oneself"? In fact, there is no contradiction at all; to put it more exactly, sacrifice and self-preservation are both opposite and complementary to each other. For such sacrifice is essential not only for destroying the enemy but also for preserving oneself - partial and temporary "non-preservation" (sacrifice, or paying the price) is necessary for the sake of general and permanent preservation. From this basic principle stems the series of principles from the principles of shooting (taking cover preserve oneself, and making full use of
guiding military operations, all of which - to fire-power to destroy the enemy) to the principles of strategy - are permeated with the spirit of this basic principle. All technical principles and all principles concerning tactics, campaigns and strategy represent applications of this basic principle. The principle of preserving oneself and destroying the enemy is the basis of all military principles.
"Problems of Strategy in Guerrilla War Against Japan" (May 1938), Selected Works, Vol. II, pp. 81-82.*
Our principles of operation are:
(1) Attack dispersed, isolated enemy forces first; attack concentrated, strong enemy forces later.
(2) Take small and medium cities and extensive rural areas first; take big cities later.
(3) Make wiping out the enemy's effective strength our main objective; do not make holding or seizing a city or place our main
objective. Holding or seizing a city or place is the outcome of wiping out the enemy's effective strength, and often a city or place can be held or seized for good only after it has changed hands a number of times.
(4) In every battle, concentrate an absolutely superior force (two, three, four and sometimes even five or six times the enemy's strength), encircle the enemy forces completely, strive to wipe them out thoroughly and do not let any escape from the net. In special circumstances, use the method of dealing the enemy crushing blows, that is, concentrate all our strength to make a frontal attack and an attack on one or both of his flanks, with the aim of wiping out one part and routing another so that our army can swiftly move its troops to smash other enemy forces. Strive to avoid battles of attrition in which we lose more than we gain or only break even. In this way, although inferior as a whole (in terms of numbers), we shall be absolutely superior in every part and every specific campaign, and
this ensures victory in the campaign. As time goes on, we shall become superior as a whole and eventually wipe out all the enemy.
(5) Fight no battle unprepared, fight no battle you are not sure of winning; make every effort to be well prepared for each battle, make every effort to ensure victory in the given set of conditions as between the enemy and ourselves.
(6) Give full play to our style of fighting courage in battle, no fear of sacrifice, no fear of fatigue, and continuous fighting (that is, fighting successive battles in a short time without rest).
(7) Strive to wipe out the enemy when he is on the move. At the same time, pay attention to the tactics of positional attack and capture enemy fortified points and cities.
(8) With regard to attacking cities, resolutely seize all enemy fortified points and cities which are weakly defended. At opportune moments, seize all enemy fortified points
and cities defended with moderate strength, provided circumstances permit. As for all strongly defended enemy fortified points and cities, wait till conditions are ripe and then take them.
(9) Replenish our strength with all the arms and most of the personnel captured from the enemy. Our army's main sources of manpower and materiel are at the front.
(10) Make good use of the intervals between campaigns to rest, train and consolidate our troops. Periods of rest, training and consolidation should not in general be very long, and the enemy should so far as possible be permitted no breathing space.
These are the main methods the People's Liberation Army has employed in defeating Chiang Kai-shek. They are the result of the tempering of the People's Liberation Army in long years of fighting against domestic and foreign enemies and are completely suited to our present situation.…our strategy and tactics are based on a people's war;
army opposed to the people can use our strategy and tactics.
"The Present Situation and Our Tasks" (December 25, 1947), Selected Military Writings, 2nd ed., pp. 349-50.*
Without preparedness superiority is not real superiority and there can be no initiative either. Having grasped this point, a force which is inferior but prepared can often defeat a superior enemy by surprise attack.
"On Protracted War" (May 1938), Selected Works, Vol. II, pp. 165-66..
八、人民战争
革命战争是群众的战争,只有动员群 众才能进行战争,只有依靠群众才能进行 战争。
《关心群众生活,注意工作方法》(一九
三四年一月二十七日),《毛泽东选集》 第一卷第一三一页
真正的铜墙铁壁是什么?是群众,是 千百万真心实意地拥护革命的群众。这是 真正的铜墙铁壁,什么力量也打不破的, 完全打不破的。反革命打不破我们,我们 却要打破反革命。在革命政府的周围团结 起千百万群众来,发展我们的革命战争, 我们就能消灭一切反革命,我们就能夺取 全中国。
《关心群众生活,注意工作方法》(一九 三四年一月二十七日),《毛泽东选集》 第一卷第一三四页
战争的伟力之最深厚的根源,存在于 民众之中。日本敢于欺负我们,主要的原 因在于中国民众的无组织状态。克服了这 一缺点,就把日本侵略者置于我们数万万 站起来了的人民之前,使它像一匹野牛冲 入火阵,我们一声唤也要把它吓一大跳, 这匹野牛就非烧死不可。
《论持久战》(一九三八年五月),《毛泽 东选集》第二卷第五零一页
帝国主义者如此欺负我们,这是需要 认真对付的。 我们不但要有强大的正规 军,我们还要大办民兵师。这样,在帝国 主义侵略我国的时候,就会使他们寸步难 行。
对新华社记者的谈话(一九五八年九月 二十九日),一九五八年十月一日《人 民日报》
人民的游击战争,从整个革命战争的 观点看来,和主力红军是互为左右手,只 有主力红军而无人民的游击战争,就像一 个独臂将军。根据地的人民条件,具体地 说来,特别是对于作战说来,就是有武装 起来了的人民。敌人视为畏途,主要地也 在这一点。
《中国革命战争的战略问题》(一九三六 年十二月),《毛泽东选集》第一卷第 二二一页
战争胜负,主要地决定于作战双方的 军事、政治、经济、自然诸条件,这是没 有问题的。然而不仅仅如此,还决定于作 战双方主观指导的能力。军事家不能超过 物质条件许可的范围外企图战争的胜利,
然而军事家可以而且必须在物质条件许 可的范围内争取战争的胜利。军事家活动 的舞台建筑在客观物质条件的上面,然而 军事家凭着这个舞台,却可以导演出许多 有声有色威武雄壮的活剧来。
《中国革命战争的战略问题》(一九三六 年十二月),《毛泽东选集》第一卷第 一七五页
战争的目的不是别的,就是“保存自 己,消灭敌人”(消灭敌人,就是解除敌 人的武装,也就是所谓“剥夺敌人的抵抗 力”,不是要完全消灭其肉体)。古代战争, 用矛用盾:矛是进攻的,为了消灭敌人; 盾是防御的,为了保存自己。直到今天的 武器,还是这二者的继续。轰炸机、机关 枪、远射程炮、毒气,是矛的发展;防空 掩蔽部、钢盔、水泥工事、防毒面具,是 盾的发展。坦克,是矛盾二者结合为一的 新式武器。进攻,是消灭敌人的主要手段, 但防御也是不能废的。进攻,是直接为了 消灭敌人的,同时也是为了保存自己,因 为如不消灭敌人,则自己将被消灭。防御, 是直接为了保存自己的,但同时也是辅助 进攻或准备转入进攻的一种手段。退却, 属于防御一类,是防御的继续;而追击, 则是进攻的继续。应该指出:战争目的中, 消灭敌人是主要的, 保存自己是第二位 的,因为只有大量地消灭敌人,才能有效 地保存自己。因此,作为消灭敌人之主要 手段的进攻是主要的,而作为消灭敌人之 辅助手段和作为保存自己之一种手段的 防御,是第二位的。战争实际中,虽有许 多时候以防御为主,而在其余时候以进攻
为主,然而通战争的全体来看,进攻仍然 是主要的。
《论持久战》(一九三八年五月),《毛泽 东选集》第二卷第四七一——四七二 页
一切军事行动的指导原则,都根据于 一个基本的原则,就是:尽可能地保存自 己的力量,消灭敌人的力量。……何以解 释战争中提倡勇敢牺牲呢?每一战争都 须支付代价,有时是极大的代价,岂非和 “保存自己”相矛盾?其实一点也不矛 盾,正确点说,是相反相成的。因为这种 牺牲,不但是为了消灭敌人的必要,也是 为了保存自己的必要——部分的暂时的 “不保存”(牺牲或支付),是为了全体的 永久的保存所必需的。在这个基本的原则 上,发生了指导整个军事行动的一系列的
所谓原则,从射击原则(荫蔽身体,发扬 火力,前者为了保存自己,后者为了消灭 敌人)起,到战略原则止,都贯彻这个基 本原则的精神。一切技术的、战术的、战 役的、战略的原则,都是执行这个基本原 则时的条件。保存自己消灭敌人的原则, 是一切军事原则的根据。
《抗日游击战争的战略问题》(一九三八 年五月),《毛泽东选集》第二卷第三 九七——三九八页
我们的军事原则是:
(1)先打分散和 孤立之敌,后打集中和强大之敌。
(2)先 取小城市、中等城市和广大乡村,后取大 城市。
(3)以歼灭敌人有生力量为主要目 标,不以保守或夺取城市和地方为主要目 标。保守或夺取城市和地方,是歼灭敌人 有生力量的结果,往往需要反复多次才能 最后地保守或夺取之。
(4)每战集中绝对 优势兵力(两倍、三倍、四倍、有时甚至 是五倍或六倍于敌之兵力),四面包围敌 人,力求全歼,不使漏网。在特殊情况下 则采用给敌以歼灭性打击的方法,即集中 全力打敌正面及其一翼或两翼,求达歼灭 其一部、击溃其另一部的目的,以便我军 能够迅速转移兵力歼击他部敌军。力求避 免打那种得不偿失的、或得失相当的消耗 战。这样,在全体上,我们是劣势(就数 量来说),但在每一个局部上,在每一个 具体战役上,我们是绝对的优势,这就保 证了战役的胜利。随着时间的推移,我们 就将在全体上转变为优势,直到歼灭一切 敌人。
(5)不打无准备之仗,不打无把握 之仗,每战都应力求有准备,力求在敌我 条件对比下有胜利的把握。
(6)发扬勇敢 战斗、不怕牺牲、不怕疲劳和连续作战(即 在短期内不休息地接连打几仗)的作风。
(7)力求在运动中歼灭敌人。同时,注 重阵地攻击战术, 夺取敌人的据点和城 市。
(8)在攻城问题上,一切敌人守备薄 弱的据点和城市,坚决夺取之。一切敌人 有中等程度的守备、而环境又许可加以夺 取的据点和城市,相机夺取之。一切敌人 守备强固的据点和城市,则等候条件成熟 时然后夺取之。
(9)以俘获敌人的全部武 器和大部人员,补充自己。我军人力物力 的来源,主要在前线。
(10)善于利用两 个战役之间的间隙,休息和整训部队。休 整的时间,一般地不要过长,尽可能不使 敌人获得喘息的时间。以上这些,就是人 民解放军打败蒋介石的主要的方法。这些 方法,是人民解放军在和国内外敌人长期 作战的锻炼中产生出来,并完全适合我们 目前的情况的。……我们的战略战术是建 立在人民战争这个基础上的,任何反人民
的军队都不能利用我们的战略战术。
《目前形势和我们的任务》(一九四七年 十二月二十五日),《毛泽东选集》第 四卷第一二四七——一二四八页
优势而无准备,不是真正的优势,也 没有主动。懂得这一点,劣势而有准备之 军,常可对敌举行不意的攻势,把优势者 打败。
《论持久战》(一九三八年五月),《毛泽 东选集》第二卷第四八一页
Der revolutionäre Krieg ist ein Krieg der Volksmassen; man kann ihn nur führen, indem man die Volksmassen mobilisiert, indem man sich auf die Volksmassen stützt.
"Kümmern wir uns um das Wohl der Massen, achten wir auf die Arbeitsmethoden" (27.Januar 1937), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. I
Was ist denn eine wahrhaft eherne Festung? Die Volksmassen, die Millionenmassen, die ehrlich und aufrichtig die Revolution unterstützen. Das ist eine wirklich eherne Festung, die keine Kraft zerstören kann, die absolut nicht zu zerstören ist. Die Konterrevolution kann uns nicht zerbrechen, sondern wir werden sie zerbrechen.
Die stärkste Kraftquelle für die Kriegführung liegt in den Volksmassen. Japan wagt es hauptsächlich deshalb, uns zu terrorisieren, weil die Volksmassen Chinas unorganisiert sind. Wenn dieser Mangel behoben ist, dann wird der japanische Aggressor von unserem Hunderte Millionen zählenden Volk, das sich erhoben hat, eingekreist sein - wie ein tollwütiger Stier, der in einen Feuerring geraten ist; wir brauchen ihn nur anzuschreien, und das wird ihm bereits Furcht und Schrecken einjagen; dieser Stier wird unentrinnbar in den Flammen umkommen.
"Über den Langwierigen Krieg" (Mai 1938), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. II
Die Imperialisten terrorisieren uns dermaßen, daß wir dem ernsthaft begegnen müssen. Wir brauchen nicht nur eine starke reguläre Armee, sondern müssen auch überall Einheiten der Volksmiliz aufstellen. Das wird es den Imperialisten, wenn sie uns überfallen sollten, schwer machen, sich in unserem Land auch nur einen Zoll weit von der Stelle zu bewegen.
Gespräch mit einem Korrespondenten der Nachrichtenagentur Hsinhua (29. September 1958)
Vom Standpunkt des revolutionären Krieges als Ganzes verhalten sich der Partisanenkrieg des Volkes und die Rote Armee als Hauptkraft zueinander wie die linke und die rechte Hand; nur die Hauptkraft, die Rote Armee, einsetzen, nicht aber auch den Partisanenkrieg des Volkes entfalten, hieße mit einem Arm kämpfen. Wenn wir von der Bevölkerung der Stützpunktgebiete als einer der Voraussetzungen sprechen, dann meinen wir konkret - besonders wenn von militärischen Operationen die Rede ist - das bewaffnete Volk. Das ist auch der hauptsächliche Grund, warum der Feind Angst hat, in die Stützpunktgebiete einzudringen.
"Strategische Probleme des revolutionären Krieges in China" (Dezember 1936), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. I
Es steht außer Frage, daß Sieg oder Niederlage in einem Krieg in der Hauptsache durch die militärischen, politischen und wirtschaftlichen Voraussetzungen sowie die Naturbedingungen bestimmt wird, unter denen die beiden Seiten den Krieg führen. Doch damit nicht genug. Der Ausgang des Krieges wird auch durch die jeweilige subjektive Fähigkeit bestimmt, die Kriegshandlungen zu leiten. Ein Stratege kann nicht dadurch trachten, den Krieg zu gewinnen, daß er sich über die durch die materiellen Bedingungen gezogenen Grenzen hinwegsetzt; doch innerhalb dieser Grenzen kann und muß er den Sieg anstreben. Die Aktionsbühne eines Strategen ruht auf den Pfeilern der objektiven materiellen Bedingungen, doch auf diesen Brettern kann er eine Menge klangreicher und farbenprächtiger, kraftvoller und majestätischer Stücke inszenieren.
Ebenda
Das Ziel des Krieges besteht in nichts anderem als in der "Selbsterhaltung und Vernichtung des Feindes" (den Feind vernichten heißt ihn entwaffnen oder ihn "seiner Widerstandskraft berauben", nicht aber ihn bis auf den letzten Mann physisch vernichten). In alten Zeiten führte man Krieg mit Speer und Schild: Mit dem Speer griff man an, um den Gegner zu vernichten, mit dem Schild wehrte man ab, um sich selbst am Leben zu erhalten. Noch bis auf den heutigen Tag sind die Waffen eine Weiterführung von Speer und Schild. Bomber, Maschinengewehr, Ferngeschütz, Giftgas all das stellt eine Weiterentwicklung des Speeres dar; Luftschutzunterstand, Stahlhelm, Betonbefestigungsanlage, Gasmaske - das alles ist eine Weiterentwicklung des Schildes. Der Panzer ist eine neuartige Waffe, die beides, Speer und Schild, miteinander kombiniert. Der Angriff ist das Hauptmittel zur Vernichtung des Gegners, aber auch die Verteidigung ist unentbehrlich. Der Angriff zielt direkt auf die Vernichtung des Gegners ab, dient aber zugleich auch der Selbsterhaltung; denn wenn man den Feind nicht vernichtet, wird man selbst vernichtet. Die Verteidigung gilt unmittelbar der Selbsterhaltung, doch ist sie gleichzeitig ein Hilfsmittel des Angriffs oder ein Mittel, den Übergang zum Angriff vorzubereiten. Der Rückzug gehört zur Kategorie der Verteidigung, ist ihre Fortsetzung; die Verfolgung hingegen ist eine Fortsetzung des Angriffs. Man muß darauf hinweisen, daß unter den Kriegszielen die Vernichtung des Feindes die Hauptsache ist und die Selbsterhaltung an zweiter Stelle kommt; denn nur wenn man den Feind in großer Zahl vernichtet hat, kann die Selbsterhaltung gewährleistet sein. Daher ist der Angriff als Hauptmittel zur Vernichtung des Gegners primär und die Verteidigung als Hilfsmittel für die Vernichtung des Feindes und als ein Mittel zur Selbsterhaltung sekundär. Bei der praktischen Kriegführung spielt zwar die meiste Zeit die Verteidigung und in der restlichen Zeit der Angriff die Hauptrolle; betrachtet man aber den Krieg als Ganzes, dann ist dennoch der Angriff das Primäre.
"Über den langwierigen Krieg" (Mai 1918), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. II
Alle leitenden Prinzipien der militärischen Operationen fußen auf einem Grundprinzip, nämlich: so weit als nur möglich die eigenen Kräfte bewahren und die feindlichen vernichten Wie läßt es sich dann erklären, daß wir im Krieg zu heroischen Opfern aufrufen? Jeder Krieg fordert seinen Preis, manchmal einen äußerst hohen. Steht das nicht im Widerspruch zur "Selbsterhaltung"? In Wirklichkeit gibt es hier gar keinen Widerspruch; genauer gesagt: Aufopferung und Selbsterhaltung sind Gegensätze, die einander bedingen. Denn solche Opfer sind nicht nur notwendig, um den Feind zu vernichten, sondern auch, um sich selbst am Leben zu erhalten - ein teilweises und zeitweiliges "Sich-nicht-Erhalten" (die Aufopferung oder die Bezahlung des Preises) ist unerläßlich, wenn das Ganze für die Dauer erhalten werden soll. Von diesem Grundprinzip rührt eine Reihe von Prinzipien für die Leitung der militärischen Operationen her; sie alle sind von dem Geist dieses Grundprinzips durchdrungen - angefangen bei den Prinzipien der Feuerführung (daß man Deckung nehmen und das Feuer entfalten muß, das erste zur Erhaltung der eigenen Kräfte, das zweite zur Vernichtung der gegnerischen Kräfte) bis hin zu den Grundsätzen der Strategie. Alle technischen, taktischen, operativen und strategischen Prinzipien sind die Bedingungen für die Realisierung dieses Grundprinzips. Das Prinzip der Selbsterhaltung und der Vernichtung des Feindes ist die Basis aller militärischen Prinzipien.
"Strategische Probleme des antijapanischen Partisanenkrieges" (Mai I918), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. II
Unsere militärischen Prinzipien sind:
1. Erst den zersplitterten und isolierten Feind, dann den konzentrierten und starken Feind angreifen.
2. Erst kleine Städte, mittelgroße Städte und ausgedehnte ländliche Gebiete, dann die Großstädte einnehmen.
3. Das Hauptziel ist, die lebende Kraft des Feindes zu vernichten, nicht Städte und Gebiete zu halten oder einzunehmen. Die Behauptung oder Einnahme von Städten und Gebieten ist das Ergebnis der Vernichtung der lebenden Kraft des Feindes, und häufig kann eine Stadt oder ein Gebiet erst endgültig gehalten oder eingenommen werden, nachdem sie mehrere Male den Besitzer gewechselt hat.
4. Für jede Kampfhandlung muß eine absolut überlegene Truppenstärke zusammengezogen werden (das Zwei-, Drei oder Vierfache, manchmal sogar das Fünf oder Sechsfache der feindlichen Stärke), die feindlichen Kräfte müssen lückenlos umzingelt werden, man muß sich bemühen, sie völlig zu vernichten und niemand aus dem Netz entschlüpfen zu lassen. Unter besonderen Umständen wird die Methode angewandt, den Feind vernichtend zu schlagen, das heißt, wir führen unter Konzentration aller unserer Kräfte einen Frontalangriff und gleichzeitig auch einen Angriff auf eine oder beide Flanken, mit dem Ziel, den einen Teil seiner Streitkräfte zu vernichten und den anderen in die Flucht zu schlagen, so daß unsere Armee ihre Verbände rasch zur Zerschlagung anderer gegnerischer Kräfte einsetzen kann. Wir müssen auf alle Fälle Ermattungsgefechte vermeiden, bei denen wir mehr verlieren als gewinnen oder sich Gewinn und Verlust gerade die Waage halten. Auf diese Weise sind wir wohl im ganzen gesehen (zahlenmäßig) unterlegen, aber bei jeder Teilaktion, in jeder konkreten Schlacht sind wir absolut überlegen, womit uns der Sieg in der Schlacht sicher ist. Mit der Zeit werden wir auch im ganzen gesehen die Oberhand gewinnen und schließlich den Feind gänzlich vernichten.
5. Keine Schlacht darf ohne Vorbereitung geschlagen werden, und man darf sich auf keine Schlacht einlassen, ohne daß der Erfolg verbürgt ist; wir müssen alle Anstrengungen unternehmen, Vorbereitungen für jede Schlacht zu treffen und uns den Sieg bei dem gegebenen Verhältnis zwischen unseren Bedingungen und denen des Feindes zu sichern.
6. Wir müssen unseren Kampfstil voll entfalten, d.h. mutig kämpfen, keine Opfer scheuen, keine Erschöpfung fürchten und unablässig Kämpfe führen (in einem kurzen Zeitraum ohne Ruhepause ein Gefecht nach dem anderen austragen).
7. Alle Anstrengungen sind zu unternehmen, um den Feind, während er sich noch auf dem Marsch befindet, zu vernichten. Zugleich muß auch der Taktik der Angriffe auf befestigte Stellungen Aufmerksamkeit gewidmet, müssen feindliche Stützpunkte und Städte erobert werden.
8. Was die Angriffe auf Städte betrifft, sind alle nur schwach verteidigten Stützpunkte und Städte dem Feind entschlossen zu entreißen. Stützpunkte und Städte, die vom Feind nur mit Kräften mittlerer Stärke verteidigt werden und deren Einnahme die Bedingungen erlauben, sind im gegebenen Augenblick zu erobern. Bei allen vom Feind stark verteidigten Stützpunkten und Städten soll man warten, bis die Bedingungen herangereift sind, und sie dann erobern.
9. Alle Waffen, die wir dem Feind entreißen, und ein Großteil der Soldaten, die wir gefangennehmen, dienen der Ergänzung unserer eigenen Bestände. Die wichtigste Quelle von Menschen und Kriegsmaterial für unsere Armee ist die Front.
10. Die Zeitspanne zwischen zwei Schlachten muß gut genutzt werden, um die Truppen ausruhen zu lassen, sie auszubilden und zu konsolidieren. Die Zeit der Ruhe, der Ausbildung und Konsolidierung darf im allgemeinen nicht zu lang bemessen sein, und dem Feind soll nach Möglichkeit keine Atempause gegeben werden.
Das sind die hauptsächlichen Methoden der Volksbefreiungsarmee zur Niederwerfung Tschiang Kai-scheks. Diese Methoden entstanden im Feuer der langjährigen Kämpfe der Volksbefreiungsarmee gegen die inneren und äußeren Feinde und entsprechen völlig unserer gegenwärtigen Situation. Unsere Strategie und Taktik baut sich auf dem Volkskrieg auf, und keine volksfeindliche Armee kann unsere Strategie und Taktik anwenden.
"Die gegenwärtige Lage und unsere Aufgaben" (25. Dezember 1947), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. IV
Eine Überlegenheit an Kräften ist keine echte Überlegenheit, wenn keine Vorbereitungen getroffen worden sind, und man hat dann auch keine Initiative. Wenn man das begriffen hat, kann oft eine unterlegene Streitmacht, die sich vorbereitet hat, durch einen Überraschungsangriff einen überlegenen Gegner besiegen.
"Über den langwierigen Krieg" (Mai I938), Ausgewählte Werke Mao Tse-tungs, Bd. II
VIII. LA GUERRE POPULAIRE
La guerre révolutionnaire, c'est la guerre des masses populaires; on ne peut la faire qu'en mobilisant les masses, qu'en s'appuyant sur elles.
«Soucions-nous davantage des conditions de vie des masses et portons plus d'attention â nos méthodes de travail» (27 janvier 1954), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome I.
Quelle est la muraille vraiment indestructible?
Ce sont les masses, les millions et les millions d'hommes qui, de tout leur cœur, de toutes leurs pensées, soutiennent la révolution.
La voilà, la véritable muraille qu'aucune force ne pourra jamais détruire.
La contre-révolution ne pourra nous briser; c'est nous qui la briserons.
Quand nous aurons rassemblé des millions et des millions d'hommes autour du gouvernement révolutionnaire et développé notre guerre révolutionnaire, nous saurons anéantir toute contre-révolution et nous rendre maîtres de la Chine entière. «Soucions-nous davantage des conditions de vie des masses et portons plus d'attention à nos méthodes de travail» (27 janvier 1934), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome I. Les grandes forces de la guerre ont leurs sources profondes dans les masses populaires. C'est avant tout parce que les masses du peuple chinois sont inorganisées que le Japon s'est enhardi à nous malmener.
Que nous surmontions cette insuffisance, et l'envahisseur japonais se trouvera, devant les centaines de millions d'hommes du peuple chinois soulevés, dans la même situation que le buffle sauvage devant un mur de feu : il nous suffira de pousser un cri dans sa direction pour que, de terreur, il se jette dans le feu et soit brûlé vif.
«De la guerre prolongée» (Mai 1938), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome II.
Les impérialistes nous malmènent à tel point qu'il faut prendre des mesures sérieuses à leur égard.
Non seulement il nous faut une puissante armée régulière, mais encore il importe de mettre partout sur pied des divisions de la milice populaire.
Ainsi, l'impérialisme se verra privé de toute liberté d'action s'il envahit notre pays. Entretien avec un journaliste de l'Agence Hsinhua (29 septembre 1958).
Du point de vue de la guerre révolutionnaire considérée dans son ensemble, la guerre populaire de partisans et les opérations de l'Armée rouge en tant que forces principales se complètent comme les deux mains de l'homme.
N'avoir que les forces principales constituées par l'Armée rouge sans la guerre populaire de partisans, ce serait ne combattre que d'une main.
En termes concrets, et en particulier au point de vue des opérations militaires, lorsque nous parlons de la population des bases d'appui comme de l'un des éléments de la guerre, c'est du peuple en armes qu'il s'agit.
Là est la raison principale pour laquelle l'adversaire estime dangereux de s'aventurer à l'intérieur de nos bases d'appui. «Problèmes stratégiques de la guerre révolutionnaire en Chine» (Décembre I936), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome I.
Il est certain que l'issue de la guerre est principalement déterminée par les conditions militaires, politiques, économiques et naturelles dans lesquelles se trouvent les deux parties en conflit.
Néanmoins, ce n'est pas tout; l'issue de la guerre est également déterminée par la capacité subjective des deux parties dans la conduite de la guerre.
Un chef militaire ne peut espérer arracher la victoire en allant au-delà des limites imposées par les conditions matérielles, mais il peut et il doit lutter pour la victoire dans les limites mêmes de ces conditions.
La scène où se déroulent ses activités est bâtie sur les conditions matérielles objectives, mais il peut, sur cette scène, conduire des actions magnifiques, d'une grandeur épique.
«Problèmes stratégiques de la guerre révolutionnaire en Chine» (Décembre 1936), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome I.
La guerre n'a d'autre but que «de conserver ses forces et d'anéantir celles de l'ennemi» (anéantir les forces de l'ennemi, c'est les désarmer, «les priver de toute capacité de résistance», et non pas les anéantir toutes physiquement).
Dans l'antiquité, on se servait, pour faire la guerre, de lances et de boucliers: la lance servait à attaquer et à anéantir l'ennemi, le bouclier à se défendre et à se conserver soimême.
Jusqu'à nos jours, c'est du développement de ces deux types d'armes que résultent toutes les autres.
Les bombardiers, les mitrailleuses, l'artillerie à longue portée, les gaz toxiques sont des développements de la lance, et les abris, les casques d'acier, les fortifications bétonnées, les masques à gaz, des développements du bouclier.
Les chars d'assaut sont une nouvelle arme, où se trouvent combinés la lance et le bouclier.
L'attaque est le moyen principal pour anéantir les forces de l'ennemi, mais l'on ne saurait se passer de la défense.
L'attaque vise à anéantir directement les forces de l'ennemi, et en même temps à conserver ses propres forces, car si l'on n'anéantit pas l'ennemi, c'est lui qui vous anéantira.
La défense sert directement à la conservation des forces, mais elle est en même temps un moyen auxiliaire de l'attaque ou un moyen de préparer le passage à l'attaque.
La retraite se rapporte à la défense, elle en est le prolongement, tandis que la poursuite est la continuation de l'attaque.
Il est à noter que, parmi les buts de la guerre, l'anéantissement des forces de l'ennemi est le but principal, et la conservation de ses propres forces le but secondaire, car on ne peut assurer efficacement la conservation de ses forces qu'en anéantissant massivement les forces de l'ennemi.
Il en résulte que l'attaque, en tant que moyen fondamental pour anéantir les forces de l'ennemi, joue le rôle principal et que la défense, en tant que moyen auxiliaire pour anéantir les forces de l'ennemi et en tant que l'un des moyens pour conserver ses propres forces, joue le rôle secondaire.
Bien qu'en pratique on recoure dans beaucoup de situations surtout à la défense et, dans les autres, surtout à l'attaque, celle-ci n'en reste pas moins le moyen principal, si l'on considère le déroulement de la guerre dans son ensemble.
«De la guerre prolongée» (Mai 1938), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome II.
Les règles de l'action militaire découlent toutes d'un seul principe fondamental: s'efforcer de conserver ses forces et d'anéantir celles de l'ennemi. . . .
Mais alors, comment expliquer l'honneur que l'on attache au sacrifice héroïque dans la guerre?
Chaque guerre demande des sacrifices, parfois même des sacrifices énormes.
Cela ne serait-il pas en contradiction avec le principe de la conservation des forces?
En réalité, il n'y a là aucune contradiction; ce sont, plus exactement, deux aspects contradictoires qui se conditionnent l'un l'autre.
C'est que les sacrifices sont indispensables non seulement pour anéantir les forces de l'ennemi, mais aussi pour conserver les siennes propres; ce renoncement partiel et temporaire à conserver ses forces (les sacrifices, ou, en d'autres termes, le prix à payer) est précisément indispensable pour conserver définitivement l'ensemble des forces.
Du principe fondamental exposé ci-dessus découle toute la série des règles nécessaires à la conduite des opérations militaires, à commencer par celles du tir (se couvrir soi-même et exploiter sa puissance de feu: l'un pour conserver ses forces, l'autre pour anéantir les forces de l'ennemi), et jusqu'à celles de la stratégie, toutes sont inspirées de ce principe fondamental, et toutes sont destinées à en permettre la réalisation, qu'elles se rapportent à la technique militaire, à la tactique, aux campagnes ou à la stratégie.
Conserver ses forces et anéantir celles de l'ennemi, tel est le principe fondamental de toutes les règles de la guerre.
«Problèmes stratégiques de la guerre de partisans contre le Japon» (Mai 1938), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome II.
Voici nos principes militaires:
1. Attaquer d'abord les forces ennemies dispersées et isolées, et ensuite les forces ennemies concentrées et puissantes.
2. S'emparer d'abord des villes petites et moyennes et des vastes régions rurales, et ensuite des grandes villes.
3. Se fixer pour objectif principal l'anéantissement des forces vives de l'ennemi, et non pas la défense ou la prise d'une ville ou d'un territoire.
La possibilité de garder ou de prendre une ville ou un territoire résulte de l'anéantissement des forces vives de l'ennemi, et souvent une ville ou un territoire ne peuvent être tenus ou pris définitivement qu'après avoir changé de mains à plusieurs reprises. 4. A chaque bataille, concentrer des forces d'une supériorité absolue (deux, trois, quatre et parfois même cinq ou six fois celles de l'ennemi), encercler complètement les forces ennemies, s'efforcer de les anéantir totalement, sans leur donner la possibilité de s'échapper du filet.
Dans des cas particuliers, infliger à l'ennemi des coups écrasants, c'est-à-dire concentrer toutes nos forces pour une attaque de front et une attaque sur l'un des flancs de l'ennemi ou sur les deux, anéantir une partie de ses troupes et mettre l'autre partie en déroute, afin que notre armée puisse déplacer rapidement ses forces pour écraser d'autres troupes ennemies.
S'efforcer d'éviter les batailles d'usure dans lesquelles les gains sont inférieurs aux pertes ou les compensent seulement.
Ainsi, bien que dans l'ensemble nous soyons (numériquement parlant) en état d'infériorité, nous avons la supériorité absolue dans chaque secteur déterminé, dans chaque bataille, et ceci nous assure la victoire sur le plan opérationnel.
Avec le temps, nous obtiendrons la supériorité dans l'ensemble et finalement nous anéantirons toutes les forces ennemies.
5. Ne pas engager de combat sans préparation, ou un combat dont l'issue victorieuse ne soit pas certaine. Faire les plus grands efforts pour se bien préparer à chaque engagement et pour s'assurer la victoire dans un rapport de conditions donné entre l'ennemi et nous.
6. Mettre pleinement en œuvre notre style de combat — bravoure, esprit de sacrifice, mépris de la fatigue et ténacité dans les combats continus (engagements successifs livrés en un court laps de temps et sans prendre de repos).
7. S'efforcer d'anéantir l'ennemi en recourant à la guerre de mouvement. En même temps, donner son importance à la tactique d'attaque de positions dans le but de s'emparer des points fortifiés et des villes de l'ennemi.
8. En ce qui concerne l'attaque des villes, s'emparer résolument de tous les points fortifiés et de toutes les villes faiblement défendus par l'ennemi.
S'emparer au moment propice de tous les points fortifiés et de toutes les villes modérément défendus par l'ennemi, à condition que les circonstances le permettent. Quant aux points fortifiés et villes de l'ennemi puissamment défendus, attendre que les conditions soient mûres, et alors les prendre.
9. Compléter nos forces à l'aide de toutes les armes et de la plus grande partie des effectifs pris à l'ennemi.
Les sources principales d'hommes et de matériel pour notre armée sont au front.
10. Savoir mettre à profit l'intervalle entre deux campagnes pour reposer, instruire et consolider nos troupes.
Les périodes de repos, d'instruction et de consolidation ne doivent pas, en général, être très longues, et, autant que possible, il ne faut pas laisser à l'ennemi le temps de reprendre haleine.
Telles sont les principales méthodes appliquées par l'Armée populaire de Libération pour battre Tchiang Kaï-chek. Elles ont été forgées par l'Armée populaire de Libération au cours de longues années de combats contre les ennemis intérieurs et extérieurs et elles conviennent parfaitement à nos conditions actuelles. . . . Notre stratégie et notre tactique reposent sur la guerre populaire; aucune armée opposée au peuple ne peut utiliser notre stratégie et notre tactique.
«La Situation actuelle et nos tâches» (25 décembre 1947), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome IV.
Sans préparation, la supériorité des forces n'est pas une véritable supériorité et on ne peut pas non plus avoir l'initiative.
Si l'on comprend cette vérité, des troupes, inférieures en force mais prêtes, peuvent souvent, par une attaque inopinée, battre un ennemi supérieur.
«De la guerre prolongée» (Mai 1958), Œuvres choisies de Mao Tsétoung, tome II.
VIII. LA GUERRA POPOLARE
La guerra rivoluzionaria è la guerra delle masse; è possibile condurla soltanto mobilitando le masse e facendo affidamento su di esse.
“Preoccuparsi del benessere delle masse, fare attenzione ai metodi di lavoro” (27 gennaio 1934), Opere Scelte, Vol. I.
Qual è la vera barriera d’acciaio? Sono le masse, milioni e milioni di uomini che sinceramente e con tutto il cuore sostengono la rivoluzione. Questa è la vera barriera d’acciaio, ed è impossibile, assolutamente impossibile, per una qualsiasi forza al mondo, abbatterla. La controrivoluzione non ci abbatterà, al contrario, saremo noi ad abbatterla. Raggruppando milioni e milioni di uomini intorno al governo rivoluzionario ed estendendo la nostra guerra rivoluzionaria, annienteremo ogni controrivoluzione e prenderemo il potere in tutta la Cina.
Ibidem.
La più ricca sorgente di forza per condurre una guerra si trova nelle masse popolari. Il Giappone osa tiranneggiarci principalmente perché le masse cinesi sono disorganizzate. Quando si sarà ovviato a questo difetto, allora l’aggressore giapponese, come un toro impazzito in un cerchio di fuoco, si troverà circondato da centinaia di milioni di Cinesi insorti. Basterà il suono delle loro voci ad atterrirlo, ed esso si precipiterà fra le fiamme bruciando vivo.
“Sulla guerra di lunga durata” (maggio 1938), Opere Scelte, Vol. II.
Gli imperialisti ci tiranneggiano a tal punto che dovremo prendere serie misure nei loro confronti. Non solo dobbiamo avere un potente esercito regolare, ma dobbiamo anche organizzare su vasta scala contingenti di milizia popolare. Questo renderà difficile agli imperialisti, nel caso di una invasione, muovere anche un solo passo nel nostro paese.
“Intervista con un giornalista dell’Agenzia d’informazioni Hsinhua” (29 settembre 1958).
Considerando la guerra rivoluzionaria nel suo complesso, le operazioni delle forze partigiane popolari e quelle dell’Esercito Rosso, che è la forza principale, si completano a vicenda come il braccio destro e quello sinistro dell’uomo; se avessimo solo la forza principale, cioè l’Esercito Rosso, senza le forze partigiane popolari, saremmo come un guerriero con un braccio solo. In termini concreti, e specialmente riguardo alle operazioni militari, quando parliamo della popolazione della base d’appoggio come di un elemento della guerra, intendiamo dire che abbiamo un popolo armato. Questa è la principale ragione per cui il nemico teme d’avvicinarsi alla nostra base d’appoggio.
“Problemi strategici della guerra rivoluzionaria in Cina” (dicembre 1936), Opere Scelte, Vol. I.
Indubbiamente l’esito di una guerra è determinato soprattutto dalle condizioni militari, politiche, economiche e naturali delle due parti. Ma non è tutto. È anche determinato dalla capacità soggettiva delle due parti nel dirigere la guerra. Uno stratega non può sperare di ottenere la vittoria oltrepassando i limiti imposti dalle condizioni materiali; tuttavia, entro questi limiti egli può e deve lottare per la vittoria. Per uno stratega, la scena ove l’azione si svolge è costruita sulle condizioni materiali obiettive, ma su questa scena egli può dirigere la rappresentazione di imprese magnifiche, piene di suoni e colori, di forza e di grandezza.
Ibidem.
La guerra non ha altro obiettivo che «conservare le proprie forze e annientare il nemico» (annientare il nemico significa disarmarlo o «privarlo di ogni capacità di resistenza», e non annientare fisicamente ogni membro delle sue forze). Nelle battaglie dell’antichità si usavano lancia e scudo, la lancia per attaccare e distruggere il nemico, lo scudo per difendersi e proteggersi. Fino ad oggi, tutte le armi sono ancora un’evoluzione della lancia e dello scudo. Il bombardiere, la mitragliatrice, l’artiglieria a lunga gittata, i gas asfissianti rappresentano l’evoluzione della lancia, mentre il rifugio antiaereo, l’elmetto d’acciaio, la fortificazione di cemento armato e la maschera antigas rappresentano l’evoluzione dello scudo. Il carro armato è una nuova arma, una
combinazione della lancia e dello scudo. Il mezzo principale per annientare il nemico è l’attacco, tuttavia non si può fare a meno della difesa. L'attacco ha per scopo immediato la distruzione del nemico e al tempo stesso mira a conservare le proprie forze, poiché se non distruggete il nemico, sarà lui a distruggere voi. La difesa ha per scopo immediato la conservazione delle proprie forze, ma è contemporaneamente un mezzo ausiliario dell’attacco o un mezzo per prepararsi a passare all’attacco. La ritirata rientra nella difesa, ed è una continuazione della difesa, mentre l’inseguimento è una continuazione dell’attacco. Va messo in rilievo che l’annientamento del nemico è l’obiettivo principale della guerra, la conservazione delle proprie forze è l’obiettivo secondario, poiché solo distruggendo un gran numero di nemici è possibile conservare in modo efficace le proprie forze. Perciò l’attacco, quale mezzo principale per distruggere il nemico, ha un’importanza primaria, mentre la difesa, quale mezzo ausiliario per distruggere il nemico e come uno dei mezzi per conservare le proprie forze, ha un’importanza secondaria. Nella guerra, il ruolo principale è sostenuto in molti casi dalla difesa e per il resto dall’attacco; tuttavia, nella guerra presa nel suo insieme, l’attacco ha un’importanza primaria.
“Sulla guerra di lunga durata” (maggio 1938), Opere Scelte, Vol. II.
I princìpi che guidano le operazioni militari derivano senza eccezione da un unico principio fondamentale: sforzarsi al massimo di conservare le proprie forze e annientare quelle del nemico. [...] Ma allora come giustificare l’incitamento a sacrificarsi eroicamente in guerra? Ogni guerra esige un prezzo, talvolta estremamente alto. Ma non è questo in contraddizione con il principio di conservare le proprie forze? In realtà non vi è alcuna contraddizione; per essere più esatti, sacrificio e conservazione delle proprie forze sono tra loro opposti e complementari. Tale sacrificio infatti è indispensabile non solo per annientare il nemico ma anche per conservare le proprie forze – la “non conservazione” parziale e temporanea (sacrificarsi o pagare il prezzo) è necessaria per conservare le proprie forze in senso generale e permanente. Da questo principio fondamentale nasce una serie di princìpi che guidano tutte le operazioni militari; e questi – dai princìpi da seguire durante gli scontri a fuoco (mettersi al riparo per conservare le proprie forze e sfruttare al
massimo la potenza di fuoco per distruggere il nemico) fino ai princìpi strategici – sono tutti improntati a questo principio fondamentale. Tutti i princìpi tecnici e tutti i princìpi concernenti tattica, campagne militari e strategia rappresentano altrettante applicazioni di questo principio fondamentale. Il principio di conservare le proprie forze e annientare il nemico è alla base di tutti i princìpi militari.
“Problemi strategici della guerra partigiana antigiapponese” (maggio 1938), Opere Scelte, Vol. II.
I nostri princìpi militari sono:
1. Attaccare prima le forze nemiche disperse e isolate, e poi le forze nemiche concentrate e possenti.
2. Impadronirsi prima delle città piccole e medie e delle vaste zone rurali, poi delle grandi città.
3. Porsi come obiettivo principale l’annientamento della forza effettiva del nemico, e non la difesa o la conquista di una città o di una zona. La possibilità di conservare o conquistare una città o una zona deriva dall’annientamento della forza effettiva del nemico, e spesso una città o una zona non può essere tenuta o presa definitivamente che dopo essere caduta a più riprese ora nelle mani dell’uno, ora dell’altro.
4. In ogni battaglia concentrare forze assolutamente superiori (due, tre, quattro e talvolta anche cinque o sei volte quelle del nemico), accerchiare completamente le forze nemiche, sforzarsi di annientarle totalmente, senza dare loro la possibilità di sfuggire dalla rete. In circostanze particolari, adottare il metodo di infliggere al nemico colpi schiaccianti, ossia concentrare tutte le nostre forze per un attacco frontale e un attacco su uno o su tutti e due i fianchi del nemico, per annientare una parte delle sue truppe e mettere in rotta l’altra parte, in modo che il nostro esercito possa spostare rapidamente le proprie truppe per schiacciare altre forze nemiche. Cercare di evitare battaglie di logorio nelle quali il guadagno è inferiore alla perdita o riesce appena a compensarla. In questo modo, anche se inferiori nell’insieme (dal punto di vista numerico), saremo assolutamente superiori in ogni settore e in ogni campagna specifica, e questo ci assicurerà la vittoria sul piano operativo. Con il tempo, diventeremo superiori nell’insieme e infine annienteremo completamente il nemico.
5. Non ingaggiare battaglia impreparati, non combattere se non si è sicuri di vincere; compiere ogni sforzo per essere ben preparati ad ogni battaglia, compiere ogni sforzo per assicurarsi la vittoria in un dato rapporto di condizioni tra il nemico e noi.
6. Sfruttare appieno il nostro stile di combattimento – coraggio in battaglia, spirito di sacrificio, disprezzo della fatica e tenacia nel combattimento continuo (ossia capacità di combattere battaglie successive in un breve spazio di tempo e senza riposo).
7. Cercare di annientare il nemico quando è in movimento. Al tempo stesso considerare attentamente la tattica di attacco delle posizioni e impadronirsi delle fortificazioni e delle città del nemico.
8. Quanto all’attacco delle città, impadronirsi risolutamente di tutte le fortificazioni e le città che il nemico difende debolmente. Al momento opportuno, sempre che le circostanze lo permettano, impadronirsi di tutte le fortificazioni e città che il nemico difende moderatamente. Quanto alle fortificazioni e alle città che il nemico difende fortemente, attendere che le condizioni siano mature e poi prenderle.
9. Reintegrare la nostra forza con tutte le armi e la maggior parte degli effettivi catturati al nemico. È dal fronte che proviene la maggior parte del potenziale umano e del materiale per il nostro esercito.
10. Mettere a profitto gli intervalli tra una campagna e l’altra per far riposare, addestrare e consolidare le nostre truppe. I periodi di riposo e di consolidamento non devono, in generale, essere troppo lunghi e, per quanto possibile, non bisogna permettere al nemico di riprendere fiato.
Questi sono i principali metodi adottati dall’Esercito popolare di Liberazione per sconfiggere Chiang Kai- shek. Essi sono il risultato di lunghi anni di lotta in cui l’Esercito popolare di Liberazione si è temprato combattendo contro i nemici dell’interno e dell’esterno, e si confanno perfettamente alla nostra situazione attuale. [...] La nostra strategia e la nostra tattica si basano sulla guerra popolare; nessun esercito che si opponga al popolo può adottare questa strategia e questa tattica.
“La situazione attuale e i nostri compiti” (25 dicembre 1947), Opere Scelte, Vol. IV.
Senza preparazione, la superiorità non è vera superiorità e non è possibile neanche prendere l’iniziativa. Una volta compreso questo principio, una forza inferiore ma preparata può spesso sconfiggere un nemico superiore con un attacco di sorpresa.
“Sulla guerra di lunga durata” (maggio 1938), Opere Scelte, Vol. II.
English
Chapter 8. The People’s War (人民戰爭)
The Chinese masses are the best conceivable weapon to fight against Japanese imperialism and internal reactionaries. The basic strategic points for the war against the Kuomintang are also listed.
Deutsch
Kapitel 8. Der Volkskrieg (人民戰爭)
Die chinesischen Massen sind die bestmögliche Waffe, um gegen den japanischen Imperialismus und die internen Reaktionäre zu kämpfen. Es werden auch die grundlegenden strategischen Punkte für den Krieg gegen die Kuomintang aufgezählt.
Français
Chapitre 8. La guerre populaire (人民戰爭)
Les masses chinoises sont la meilleure arme concevable pour lutter contre l’impérialisme japonais et les réactionnaires internes. Les points stratégiques de base pour la guerre contre le Kuomintang sont également énumérés.
Italiano
Capitolo 8. La guerra popolare (人民戰爭)
Le masse cinesi sono la migliore arma concepibile per combattere contro l’imperialismo giapponese e i reazionari interni. Vengono inoltre elencati i punti strategici di base per la guerra contro il Kuomintang.
La guerra popular
El capítulo 8 del «Libro de Citas del Presidente Mao Zedong», titulado «La guerra popular (人民戰爭)», aborda la estrategia y la importancia de la participación de las masas en la lucha revolucionaria. Mao Zedong destaca que las masas chinas son la mejor arma para combatir tanto el imperialismo japonés como los reaccionarios internos. Además, se enumeran puntos estratégicos clave para la guerra contra el Kuomintang. Este capítulo, que contiene 10 citas, ofrece una visión profunda sobre la metodología y la filosofía detrás de la guerra popular.
El Capítulo 8 del Libro Rojo de Mao, titulado «El ejército popular», presenta una visión única y multifacética del papel del ejército en la sociedad revolucionaria china. En este capítulo, Mao Zedong expone su concepción del Ejército Popular de Liberación (EPL) como una institución que va mucho más allá de su función militar tradicional.
Las Masas como Arma Principal
Mao Zedong enfatiza que las masas populares son la fuerza fundamental en la guerra revolucionaria. La movilización y el apoyo de las masas son cruciales para el éxito de cualquier campaña militar. La participación activa del pueblo no solo proporciona mano de obra y recursos, sino que también fortalece la legitimidad y la moral de la causa revolucionaria.
Mao comienza estableciendo que el Ejército Popular no es simplemente un órgano de combate. Si bien reconoce la importancia fundamental de la capacidad militar del ejército, Mao argumenta que su papel es mucho más amplio y profundo. Según su visión, el ejército es también un instrumento crucial para la promoción política del Partido Comunista y un actor importante en la producción económica del país.
A lo largo del capítulo, Mao utiliza 8 citas cuidadosamente seleccionadas para ilustrar y reforzar sus argumentos. Estas citas abarcan diversos aspectos de la función del ejército, desde su relación con el pueblo hasta su papel en la construcción del socialismo.
Lucha contra el Imperialismo Japonés y los Reaccionarios Internos
Durante la Segunda Guerra Mundial, China enfrentó la invasión del imperialismo japonés, que representaba una amenaza externa significativa. Al mismo tiempo, las fuerzas reaccionarias internas, representadas por el Kuomintang, buscaban mantener su poder y oprimir a las masas. Mao Zedong abogó por una guerra popular que uniera a las masas en una lucha dual contra estos enemigos, enfatizando la necesidad de una resistencia organizada y sostenida.
La idea del ejército como promotor político del Partido es central en el pensamiento de Mao. Argumenta que los soldados del Ejército Popular deben ser no solo combatientes hábiles, sino también educadores políticos y ejemplos de virtud revolucionaria. En este sentido, el ejército se convierte en una escuela de pensamiento maoísta, difundiendo la ideología del Partido entre sus filas y en las comunidades donde opera.
Mao enfatiza la importancia de la relación entre el ejército y el pueblo. Insiste en que el Ejército Popular debe estar profundamente arraigado en las masas, sirviendo sus intereses y aprendiendo de ellas. Esta conexión íntima con el pueblo es vista como una fuente de fortaleza y legitimidad para el ejército.
Estrategia de la Guerra Popular
Mao Zedong delineó varios puntos estratégicos básicos para la guerra contra el Kuomintang y otros enemigos. Estos puntos incluyen:
- Movilización de las Masas: Involucrar activamente a la población en la lucha, utilizando su conocimiento del terreno y sus recursos.
- Guerra de Guerrillas: Emplear tácticas de guerrilla para desgastar al enemigo, aprovechando la movilidad y el conocimiento local.
- Construcción de Bases Rurales: Establecer bases de apoyo en áreas rurales donde el enemigo tiene menos control y donde las fuerzas revolucionarias pueden reorganizarse y reabastecerse.
- Unidad y Liderazgo del Partido: Asegurar que el Partido Comunista dirija la guerra y mantenga la unidad de las fuerzas revolucionarias.
- Propaganda y Educación: Utilizar la propaganda para educar a las masas y mantener alto el espíritu revolucionario.
Otro aspecto innovador de la concepción de Mao sobre el ejército es su papel en la producción económica. Argumenta que en tiempos de paz, el ejército no debe ser una carga para la sociedad, sino contribuir activamente a la construcción económica del país. Esto podría incluir participar en proyectos de infraestructura, apoyar la producción agrícola o contribuir a la industria.
Mao también aborda la cuestión de la disciplina y la moral en el ejército. Insiste en que el Ejército Popular debe mantener los más altos estándares de conducta, respetando los derechos y propiedades del pueblo y tratando a los prisioneros de guerra con humanidad. Esta disciplina, según Mao, es crucial para mantener el apoyo popular y la superioridad moral sobre el enemigo.
El líder chino enfatiza la importancia de la educación política y cultural dentro del ejército. Argumenta que los soldados deben ser no solo combatientes capaces, sino también individuos políticamente conscientes y culturalmente desarrollados. Esta visión del soldado como un «guerrero-erudito» es una característica distintiva del pensamiento de Mao sobre el ejército.
Conclusión
El capítulo «La guerra popular» del «Libro de Citas del Presidente Mao Zedong» proporciona una visión detallada de la estrategia de Mao para la movilización de las masas en la lucha revolucionaria. A través de sus 10 citas, Mao destaca la importancia de la participación activa del pueblo, las tácticas de guerrilla y la necesidad de establecer bases rurales para asegurar el éxito en la guerra contra el imperialismo japonés y los reaccionarios internos. Este análisis proporciona una comprensión esencial de la filosofía de la guerra popular y su relevancia en la lucha revolucionaria.
Es importante señalar que la concepción de Mao del Ejército Popular tuvo una influencia profunda no solo en China, sino también en otros movimientos revolucionarios en todo el mundo. Su idea de un ejército que sirve múltiples funciones -militar, política y económica- ha sido adoptada y adaptada por varios movimientos de liberación nacional.
En conclusión, el Capítulo 8 del Libro Rojo de Mao presenta una visión compleja y multifacética del Ejército Popular. Lejos de ser simplemente una fuerza de combate, el ejército se concibe como un instrumento integral para la revolución y la construcción del socialismo. Esta concepción refleja la visión holística de Mao sobre la transformación social y sigue siendo relevante para entender el papel del ejército en la China contemporánea y en otros contextos revolucionarios.
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